Desde la pastoral colegial nos proponemos educar y acompañar la experiencia religiosa de nuestros alumnos, en el ámbito de la comunidad cristiana eclesial que bajo la acción del Espíritu Santo suscita el encuentro con Cristo resucitado y transforma todas las dimensiones de la persona, reconfigurando su identidad y existencia personal.

Como educadores marianistas, María es la Mujer que inspira nuestra acción pastoral. Como ella queremos ponernos a la escucha de la Palabra de Dios en nuestra vida y permanecer disponibles a sus llamadas. En medio de la fiesta de la vida estamos atentos a las necesidades de todos acogiendo la invitación de María a hacer lo que Él nos diga. Con ella caminamos detrás de Jesús como discípulos. A ella la recibimos como Madre junto a la cruz de su Hijo, permaneciendo en pie ante todo sufrimiento humano y alentando la esperanza en la resurrección. Y junto a ella nos constituimos en comunidad fraterna y orante, dispuesta a ser enviada por el Espíritu a anunciar la Buena Noticia al mundo.

Nuestra pastoral integra fe y vida. Presta atención a la situación real de la persona en toda su complejidad y la acompaña en la apertura libre y progresiva a la fe. Proceso humano y de maduración en la fe en cuidada interconexión con la Educación de la Interioridad y educación de la Solidaridad.

Es una pastoral misionera de anuncio y llamada que comienza siempre aceptando a la persona en su situación, sea cual sea, haciéndole sentirse acogida y desarrollando en ella la sensibilidad ante las necesidades de los demás, al servicio y al compromiso por la justicia y la paz.

Cuidamos la dimensión celebrativa de la fe y educamos la experiencia orante desde el inicio del despertar religioso hasta el final del proceso, tanto de los alumnos como de los agentes, en una comunidad de referencia en cuyo seno madure el encuentro progresivo con Jesucristo. La comunidad colegial está estrechamente vinculada a la comunidad parroquial y a la Iglesia Diocesana.

La familia es núcleo fundamental en la tarea evangelizadora y a su vez agente misionero de primer orden, tanto hacia sí misma como hacia otros, en el contexto de la comunidad colegial. La familia encarna la realidad del carisma marianista en el vínculo de relaciones fraternales y vivencia de la fe del corazón que se visibiliza en la familia marianista.