Durante el  curso  2013-14 celebramos los 125 años de la llegada a Jerez de la congregación marianista y el inicio de su labor educativa en nuestra ciudad. Con estos actos homenajeamos a toda una gran comunidad educativa y a la familia marianistas por su entrega y legado que perdura entre nosotros.

El padre Francisco Javier Delmas, acompañado por el padre Juan Bourdel, don Antonio Cubillo y don Juan Causse, salió de San Sebastián a las ocho de la mañana del día 4 de septiembre de 1888, y llegó a Jerez el día 6, a las seis y cuarto de la tarde, después de un viaje de casi sesenta horas, sin novedad.

Al pararse el tren, el padre Delmas abrió la portezuela del coche y, antes de haber bajado al andén, se halló en presencia de unos caballeros que le preguntaron: “¿Son ustedes Hermanos de María”?

(…) No estaba aún la casa de la Porvera acondicionada y los llevaron a una casa de huéspedes de la calle Tornería número 11, donde se les habían preparado habitaciones. Al día siguiente fueron a celebrar y oír misa a la iglesia de los padres Dominicos, a las seis de la mañana. Después de la misa, don Manuel Pío Barroso y los dos Patronos les llevaron a visitar las obras del Colegio.” El 9 de octubre siguiente comenzaron las clases…

…Y 125 años después, en el día de El Pilar, nos reunimos en Eucaristía de acción de gracias por la fructífera estancia de los marianistas en Jerez. Allá estuvimos una impresionante representación de la familia marianista en el sentido amplio del término. Ofició la Eucaristía D. Miguel Ángel Montero, joven sacerdote diocesano y antiguo alumno del colegio, que confesó, con el gracejo que da sentirse como en casa, no estar nada nada triste porque el Obispo no hubiera podido estar, dándole la oportunidad a él de participar, y de qué manera.

La homilía fue digna de ser transcrita y guardada en el corazón de todos. Dio una auténtica lección de los fundamentos de nuestra identidad marianista, sirviéndose de los mensajes que se muestran en el altar: Lo esencial es lo interior; es ahí, en el corazón, donde debe saltar la chispa de Dios; y una vez prenda, poder darlo a los hermanos; el que se sienta solo, ¡que busque dentro!; “in columna fortis stabo”, fuertes en la columna, en la columna de la fe, donde está subida María del Pilar. El que se sienta débil, que suba a la columna con Ella; ¿podemos experimentar a Dios tan cerca como María en la Anunciación? Sí, al comulgar… Pinceladas que cogí al vuelo…

Allí estaban todos: religiosos (claro), antiguos alumnos con 50 años de antigüedad acreditada, alumnos con la vida y el cole recién estrenados, scouts, padres de alumnos (con, e incluso sin la compañía de sus hijos), profesores, gente de la parroquia, de las fraternidades marianistas, de la hermandad de la Vera-Cruz… Pasado, presente y futuro. Un bonito collage fruto del tesón y el trabajo humilde y compartido de estos “ángeles” llegados de la Francia de la Revolución.

Tras la Eucaristía intensa y participada, se descubrió un monumento conmemorativo. De fondo, la misma bandera nacional que presenció la inauguración del primer colegio marianista jerezano. Quien quiera la historia de la bandera, acuda a Manolo Barcell. ¡Muy interesante!

Y el vino como sello final propio de la tierra, alegoría del trabajo bien hecho, de la herencia de generaciones pasadas, del esfuerzo recompensado, de la alegría de compartir el presente, de promesa de futuro…

¡Benditos sean los “Hermanos de María”!